La Cubana es un proyecto que nos demuestra la importancia de apostar por un interiorista que se deja la piel en cada proyecto y que entiende que la decoración de un negocio es más que una mera cuestión estética.
Cuando un negocio apuesta por ti para que su proyecto funcione coges una responsabilidad máxima. Al fin y al cabo, está en juego el futuro de los inversores o dueños. Este fue el caso del proyecto de La Cubana, un espacio de manicura único en San Sebastián del que me ocupé personalmente primero con su espacio en Gros y después en el Centro de la ciudad.

Entrada a La Cubana Centro
El objetivo era diferenciar este proyecto de todo lo que había en aquel momento en San Sebastián. En el mercado existían espacios de manicura low-cost y busqué un mayor refinamiento, comodidad, tranquilidad y calidez. Todo ello acompañado de un punto de vista muy profesional a la hora del servicio y del producto que iban a utilizar.
No iba buscando únicamente una idea estética, sino más bien marcar la diferencia de lo que ya había en el mercado y a partir de ahí crear personalidad desde el inicio. Y en última instancia… sentir que estás en el salón de tu casa.

La Cubana en el barrio donostiarra de Gros
El proyecto de Gros destaca por ser un lugar sobrio donde resalta la calidez del espacio. Un concepto ligero y limpio que contrasta con el espacio del Centro donde hay una mayor sobrecarga estética con molduras, terciopelo, lámparas con flecos y un gran mural de color.
Está cuidado cada detalle: las toallas bordadas, el diseño gráfico y una caja de puros cubanos como muestrario para los colores de las uñas. Todo suma para crear un espacio único y singular.
Este proyecto ha demostrado con el paso del tiempo que la elección planteada fue un acierto. La Cubana se ha posicionado como una referencia en su sector.
El interiorista, con un buen estudio de mercado y un planteamiento acertado, puede hacer que un negocio comience con buen pie y salga bien posicionado de inicio.